25
de junio
Era joven. Cincuenta
años para morir es poca vida.
En la galería del
segundo piso de la mansión retumbaban sus pasos. El eco se producía sórdido, al
ritmo de su caminata y acrecentado por la soledad del lugar.
Mientras hacía el
recorrido desde el comedor hasta la habitación del piano, se dedicó a observar
el parque a través de cada ventana. Desde la última podía apreciar una de sus
estatuas preferidas, la de los nenes jugando en el tobogán. Más atrás, veía el
lago en el que alguna vez disfrutó sus tardes.
Al llegar al piano, sin
sentarse, garabateó tonos con sus flacos dedos pero la mente y la mirada
estaban ausentes.
El nuevo siglo lo
acompañaba cargado de pesadumbres mayores, ausencias eternas y soledades
insoportables. Sólo por momentos, sus hijos le colmaban el alma. Sin embargo su
pasado lo atormentaba con frecuencia al punto de paralizarlo.
Le dolía el cuerpo, le
dolía el alma y no pasó el verano. Junio
se llevó su historia, su voz, su música, su baile y su naturaleza humana.
No fue de mis artistas preferidos, pero, como siempre, admiro tu forma de relatar, y hace que el recuerdo sea hermoso.
ResponderEliminarGracias,Osvaldo.Muy cuestionado en su vida personal pero marcó una época y creó un estilo. :)
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