lunes, 6 de agosto de 2018

Reencuentro


Reencuentro

   Se encontraron en Tucumán, habían pasado alrededor de nueve años sin verse y ya no eran los mismos.
   Se descubrieron en una mirada, entre la multitud que paseaba por la calle principal y no pudieron dejar de sonreír.
   Él había ido a la provincia por trabajo. Luego de un viaje poco placentero en avión decidió alojarse en el hotel, dejar sus cosas y descansar un rato. La tormenta y turbulencia en pleno vuelo, lo habían puesto nervioso.
   Ya instalado en la habitación que le pagaban desde la empresa, se tiró en la cama control remoto en mano y empezó a pasar los canales, ¿que podía ver? Tras quince insoportables minutos de ir y venir de canal en canal, apagó el televisor para tomar una ducha.
  Se sentía cansado y no solamente por el viaje sino por la situación que estaba viviendo. Un trabajo sofocante que le absorbía la mayoría del día y para colmo de eso,  en la casa la situación no marchaba nada bien. Tenía la pequeña sospecha de que su novia, que estaba demasiado distante, en algo raro andaba.
   Luego de la ducha se vistió con un jean y una remera gris. Hacía calor pero era soportable, por lo que tomó su billetera, las llaves de la habitación y salió del hotel a pasear por el centro.
   La caminata, mientras miraba vidrieras, le hizo dar ganas de tomar una cerveza bien fría. Por eso empezó a buscar un bar con la mirada; un bar que le gustara, para sentarse en una mesa, en la vereda y poder ver el constante ir y venir de las personas.
De tanto pasear su mirada, sus ojos chocaron a la distancia con otros ojos, cuyo rostro él vio sonreír al instante.
  Se acercaron abriéndose paso entre la multitud y se dieron un abrazo fuerte que duró varios segundos. Tras el saludo, comenzaron a contar en forma resumida, el uno al otro, qué había sido de sus vidas, luego de tantos años sin verse. Al cabo de varios minutos de conversación, él comentó que estaría allí solo por tres días, a lo que ella sugirió que los aprovecharan al máximo.
  Esa noche él tenía la cena de bienvenida a la convención de la empresa para la que trabajaba y no podía faltar, por eso quedaron en verse al día siguiente, por la mañana.
   Cuando sonó el despertador a las nueve de la mañana, él se levantó de prisa, se vistió y salió del hotel, directo a la calle que le había dicho su amiga para encontrarse y desayunar juntos.
   Se citaron en una esquina, en la puerta de un bar colorido, iluminado, y al llegar buscaron una mesa en el segundo piso. Después de desayunar y de mirarse continuamente, penetrándose con la mirada salieron a caminar por las calles de Tucumán, mientras ella mostraba los lugares turísticos y conversaban de eso.
   Ella lo tomó de la mano y él la dejó hacer. Luego vino un beso, otro y otro más. Hasta que sacando del bolsillo las llaves de su casa, le dijo que estaba sola.
   Por unos segundos, él sintió un cosquilleo en el estómago y recordó años atrás cuando habían sido novios, esos instantes que aún tenía guardados en la memoria. Sin embargo con ese recuerdo, se le cruzó la imagen de su actual pareja; entonces, con voz seria dijo que no era una buena idea, que cada uno tenía su vida, que
no pusieran en riesgo sus matrimonios.
  Durante los dos días restantes que él estuvo en el Congreso no pensó en otra cosa que en ella. Pensó en tragarse sus propias palabras e ir a verla, pensó en decirle que quería estar con ella una noche, que disfrutaran eso, a pesar de las circunstancias. Pero una y otra vez se frenaba.
   Al regresar a Buenos Aires, tal como él quería nadie lo esperaba en el aeropuerto porque nunca había dicho a qué hora llegaba. Entonces, apareció de sorpresa en su departamento pensando en abrazar a su pareja y en decirle cuánto la amaba.
   Sin embargo, al abrir la puerta se encontró con el espectáculo que venía sospechando hacía meses, su pareja estaba con otro.
   Cerró la puerta de un golpe y sin más, regresó al aeropuerto y tomó el primer vuelo  a Tucumán. Una vez allí se alojó en el mismo hotel en el que había estado hasta el día anterior, llamó por teléfono a su amiga y le
preguntó si estaba libre por la noche.
   Ella sorprendida de escuchar la invitación le dijo:
- Arreglo todo y nos vemos a las diez.
Y las diez en punto sonaron suaves golpes en la puerta de la habitación.


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