viernes, 6 de enero de 2017

Feliz día de reyes

Feliz día de reyes

A las 11:10 el perro empezó a ladrar. Lo escuché a través de la pared del patio pero no le presté atención, si bien hacía rato que no lo sentía no fue un ladrido alarmante ni desesperado por lo que opté por seguir preparando mi fiesta de cumpleaños ya que en unos días cumpliría 21. Pensé que el perro ladraba porque había visto a los reyes magos en sus camellos que, al ser 6 de enero, estaban repartiendo juguetes como les decía Fermín a los chicos del barrio desde hacía años.
   Media hora después, al escuchar la ambulancia, me enteré de la noticia. Dos mujeres de alrededor de 30 años habían ingresado a la casa de Fermín haciéndose pasar por enfermeras.
   El hombre era uno de mis vecinos linderos. Tenía 80 años y vivía solo desde hacía 5, sus dos hijas mellizas, Mabel y Esther de 39 años, habían fallecido hacía 6 en un accidente de tránsito.  Fermín sólo pudo reponerse de esa tragedia fundando un comedor para los más necesitados, él decía que ese comedor era la razón de su vida.
   Cada mañana, desde el accidente se levantaba cumpliendo una rutina a elección: a las 6:30 para ir a comprar el pan y preparar las tostadas, a las 7 recibía alrededor de 20 nenas y 25 nenes a desayunar en el comedor y los preparaba para ir a la escuela. Porque si hay una cosa con la que el anciano no daba tregua era con que los niños tenían que estar educados. Él mismo pagaba de su bolsillo el transporte escolar que los llevaba a todos a la escuela pública y al regreso, les daba el almuerzo.
   Luego, los nenes se iban con sus familias y regresaban al día siguiente otra vez para desayunar. Los fines de semana pasaba películas y hacían juegos, además de que todas las tardes, para el que lo necesitara, había contratado a tres mujeres de alrededor de 30 años para que dieran apoyo escolar en el mismo espacio del comedor.
   Fue así que Fermín, desde el accidente, vivía solo y se dedicaba pura y exclusivamente a este emprendimiento, las mujeres que daban apoyo escolar siempre coordinaban entre ellas y recibían a los pequeños que necesitaban ayuda. Pero un día, una de ellas consiguió otro trabajo y se fue.
  Desde el año pasado Fermín y las otras dos mujeres fueron la única referencia en el comedor. Una de las docentes se llamaba Mónica y la otra, Soledad y parece que la tragedia acompañaba al anciano a donde quiera que fuera.
 Una tarde, ambas estaban dando clases de matemáticas con alrededor de 10 nenes y uno de estos, sin querer volcó kerosén en el piso cerca de la estufa y provocó un incendio del que no hubo salvación. Mónica y Soledad, ante la desesperación lograron sacar a los diez pequeños pero ellas no pudieron salir quedando atrapadas entre las llamas. El comedor se derrumbó íntegro, techos, paredes, muebles, todo y esta vez Fermín sumido en un cuadro depresivo fue hospitalizado y no volvió a ser el mismo; se recuperó a medias.
   Luego de un año, por fin le dieron el alta pero no podía estar solo en la casa, no podía. Entonces decidió contratar a dos enfermeras que lo cuidaran una por la mañana y otra por la noche.
   Así fue que las dos enfermeras falsas ingresaron hoy, 6 de enero, a las 11:10 a la casa de Fermín y lo asesinaron llevándose el único dinero que le quedaba, tras darle una patada al perro para que dejara de ladrar. No saben sus nombres, ni cómo el anciano las contactó, dicen. No tienen pruebas, ni indicios, no dejaron huellas, nada.
   Sin embargo, me parece que no tienen ganas de investigar porque al entrar al hogar vi en el piso una colilla de cigarrillo y Fermín no fumaba. Los vecinos me dijeron que a quién le va a interesar un viejo solitario y depresivo y que me dejara de joder, que no me metiera.
   Sin embargo yo, que aprendí a leer en su comedor hace 6 años, cuando tenía 15, me voy a encargar de que se haga justicia, porque además de leer, aprendí de él a no bajar los brazos y esa fue la lección más importante.